La Patagonia argentina produce papines tipo gourmet para grandes restaurantes

La Patagonia argentina produce papines tipo gourmet para grandes restaurantes
Mayo 02, 2016

A medio camino entre Beltrán y Lamarque, a la vera de la ruta nacional 250, decenas de aspersores riegan en círculos una extensa lonja de tierra.

Adentro, siguiendo un camino rural, en un galpón, una media docena de personas seleccionan y embolsan a mano pequeños papines. Se trata de una producción única, no sólo en la región, sino en todo el país.

En el lugar, el ingeniero agrónomo, Raúl Ottogalli, a cargo de esta área de la firma Polychaco en Valle Medio contó cómo fue el desembarco en la región. Desde su asentamiento tuvo gran repercusión, dado que con gran éxito en los 90, la empresa se instaló en la zona para producir y exportar semillas de papa. A finales de esa década, cuando dejó de exportar, era la empresa argentina que más papas semillas había vendido a Brasil.

Polychaco se asentó en la zona del Valle Medio por contar la región con varias ventajas comparativas, la principal de ellas era que sanitariamente tenía características de excelencia, por lo que la firma produjo durante diez años semilla de papa para exportar.

Luego, en la búsqueda de cultivos de papas fuera de la tradicional papa consumo, comenzaron con el cultivo de papines, primero papines Andinos y luego con el cultivo de papines patagónicos, siendo los únicos productores en Argentina.

“Este es un cultivo que se hace en Valle Medio y desde acá se envía a los supermercados de Buenos Aires, donde trabajamos con las principales cadenas ”, señaló Otogalli.

Sobre el producto, que llega a los consumidores con cinco tamaños distintos, en envases de medio kilo, sostuvo “se trata de un producto boutique, de excelencia, que no pareciera papa por la forma de producirlo, la forma de clasificarla, que son totalmente distintos a la papa común zonal, además son papitas chicas muy distintas a la tradicional.”

Los papines patagónicos corresponden a una variedad con mucho sólido, lo que le da mayor sabor y en papines se aprovecha toda la papa dado que al momento de consumirla no se descartan los nutrientes de la cáscara.

Al contrario de otros cultivos se valoriza más la calidad que la cantidad o el rinde por hectárea. De hecho el promedio por hectárea ronda entre los 12 mil y los 15 mil kilos, pero de este modo se logra un producto de alta gama requerido por los restaurantes más sofisticados de las principales ciudades del país.

Por el tipo de cultivo, se requiere de mayor cantidad de mano de obra.

En este sentido, Otogalli, remarcó que para la producción de 30 hectáreas, la firma necesita de 21 personas, dado que la siembra, la cosecha, la clasificación y el fraccionamiento son totalmente manuales. En este cultivo existe la convivencia de la tecnología y del trabajo artesanal, porque si bien la plantación cuenta con riego por aspersión y ferti-irrigación, a su vez tiene un gran trabajo artesanal, por todo el cuidado que requiere, dado que ante cualquier detalle en la piel, no sirve para el mercado. Se trata de un producto delicado, donde se embolsan por caso papines todos del mismo tamaño, mismo color, etc.

Primero la calidad

En cuanto al rendimiento por hectárea se indicó que no se busca un rendimiento en kilos, sino que se apunta a un producto de calidad. Es una inversión muy grande, pero el beneficio no es representativo a la inversión, lo que sí se destaca es el prestigio que ha cobrado la empresa, sobre todo teniendo en cuenta que en la cocina moderna se utiliza mucho este producto, lo que le permite a la firma la comercialización de otras alternativas.

La zona del Valle Medio se ha hecho reconocida por la producción de estos papines que en la actualidad son muy buscados por los grandes restaurantes y los más reconocidos chefs del país, lo que le da prestigio a la empresa que apostó y confió en la región.

El producto se comercializa en los supermercados a un promedio entre 50 y 60 pesos por bolsín de medio kilo.

Hoy se calcula que la obtención de 10 toneladas de papines absorbe 500 jornales de mano de obra. La delicadeza del papín huye de la cosecha mecánica, que suele producir daños irreparables en su corteza”. Una alternativa válida para la región que se sale de los cultivos tradicionales.

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