Argentina: La producción de papa en crisis

Argentina: La producción de papa en crisis
Septiembre 12, 2015

Caras largas. Así vieron entrar y salir a los productores de todo el país de veintiocho complejos agroindustriales, pequeños y medianos, en la última reunión nacional convocada por la Comisión de Economías Regionales de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME). Entre ellos, los que trabajan el tubérculo de la papa, el tercer alimento del mundo que está llamado a tener protagonismo para aliviar el hambre en la tierra. Pero los productores de un país como el nuestro, que brinda papa todo el año con áreas privilegiadas que otras regiones no tienen, hoy cuentan con sus explotaciones trabajando a quebranto.

Falta de rentabilidad y por ende de competitividad de aquellos que exportan. Y el papero es otro de los sectores en crisis, con una fatal combinación de factores, que los acorraló al punto de que hoy no tengan financiamiento para poder subsistir.

“Uno problema transversal a todas las economías regionales es la alta carga impositiva, muy fuerte, con superposición de impuestos. El sector está castigado por más de 86 impuestos, muchos de ellos, con mayor relevancia que las propias retenciones que tiene la producción” le explicó Pablo Verlengo, director ejecutivo de Economías Regionales de CAME.

Crisis por dentro y por fuera

Según el comentario generalizado de la cadena productiva, se requiere de forma urgente revisar los costos internos. “No somos responsables del precio que usted paga”, advierte un productor de la región sudeste bonaerense, papera por excelencia, que declara que están “a merced de las grandes cadenas de supermercados y la intermediación en general”.

Entre los puntos más elevados de esos costos se mencionan el flete (las plantaciones están distantes de los puertos) y aún se oyen las promesas de infraestructura ferroviaria.

Los dos grandes perjudicados son los extremos, el productor y el consumidor, que a la hora de llevársela a la casa debe pagarla con el 254,01 % de diferencia, un índice al que la CAME denominó “IPOD” (Indice Precio Origen Destino) y que desnuda esta realidad en la que el consumidor paga hasta 8 veces más de lo que percibe el productor sobre la materia prima que elaboran (la papa, por ejemplo, tiene $ 2 en precio origen, y $ 7.08 en precio destino, lo que se remarca en góngola).

Otro punto a resaltar es la falta de incentivos del sufrido productor, como son los créditos para comprar maquinaria adecuada que permita mejorar la presentación de la papa y así cumplir con los requisitos de cantidad, calidad, sanidad, e inocuidad, que “la mesa de los argentinos” merece.

Lamentablemente, este combo termina de cerrarse con un mundo alocado, con devaluaciones de países compradores como Rusia, la comunidad europea y Brasil que ponen en evidencia la magnitud del atraso cambiario argentino. Y de aquellos países que son competidores de la Argentina, como Chile, Sudáfrica y Nueva Zelanda, que también han devaluado y por lo tanto han hecho más competitivos sus productos y están haciendo una política de exportación muy agresiva.

Números, análisis, mercados e impuestos a la vista. Es demasiada la temperatura y la asfixia, mientras el Gobierno no controla como debiera, evitando que haya ganancia para todos… Mientras tanto, se terminen tirando las producciones, y en un país con hambre, eso es ya sinónimo de una negligencia política que nos mete al horno y con papas…

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