Patatas Arrebola invierte 9 millones de euros en sus nuevas instalaciones en La Rinconada Natalia Ortiz
Más de 50 años de trabajo consolidan a Patatas Arrebola como uno de los principales nombres en el sector de la patata. La compañía, de carácter familiar, trabaja para ser el proveedor de referencia para la gran distribución, y la distribución tradicional, en el sur de la Península.
En esa línea, la empresa, perteneciente al grupo empresarial de carácter familiar fundado por el empresario Francisco González Arrebola, ha inaugurado hace escasos meses sus nuevas instalaciones: más de 15.000 metros cuadrados de superficie con una capacidad de almacenaje superior a las 2.500 toneladas de patata.
José Peláez, gerente de la empresa:
En concreto, las instalaciones nuevas, situadas en el Polígono El Cáñamo, en La Rinconada, tienen seis muelles de carga y descarga, dos líneas de pulido y lavado y hasta seis líneas de envasado. Además, se han instalado dos laboratorios de recepción y expedición donde se llevan a cabo todos los controles de calidad.
Desde esta nueva sede, Patatas Arrebola, lleva a cabo su distribución tanto para las grandes cadenas, entre las que se encuentran las principales a nivel nacional, como para el mercado tradicional, sobre todo Mercasevilla.
Estrecha relación con los agricultores
Un trabajo que, según detalla Peláez, llevan a cabo gracias a «la estrecha relación con los agricultores». «Con la mayoría llevamos más de 20 años trabajando», reconoce el gerente. Cuentan con más de 100 asociados en la zona sevillana, pero abarcan todo el Valle del Guadalquivir, con agricultores también en Cádiz, Huelva y Córdoba e, incluso, en Málaga.
b A los productores les ofrecen diversos tipos de contratos, y se trabaja, especifican, para proporcionarle el mayor margen de beneficios posible.
José Peláez:
Además del mercado nacional, Patatas Arrebola también dedica parte de su producción a la exportación, principalmente a mercados europeos y, sobre todo, a Alemania.
Certificaciones
Fruto de esta corriente exportadora, muy importante para la compañía, implementa en sus productos varias certificaciones que no se exigen, aún, en el mercado español, pero sí en los extranjeros. En concreto, poseen la certificación ‘Spring’, del sistema GLOBALGAP, avala que los recursos hídricos se utilizan de manera correcta y eficiente.
De esta forma, se asegura que la empresa cumple criterios como la legalidad de las fuentes de agua y tasas de extracción, un consumo eficiente, buenas prácticas en la gestión del agua y un impacto sostenible de la actividad de los productores en las cuencas hidrográficas que les surten.
Energía renovable
Por otro lado, la certificación Eco20 garantiza que gran parte de la energía usada en las instalaciones proviene de fuentes renovables. Además, dentro de este objetivo, la compañía está instalando en su nueva planta en La Rinconada nuevas plantas fotovoltaicas para aprovechar, aún más, la energía procedente del sol.
José Peláez:
En cuanto a las tendencias del mercado, es palpable que, tanto cadenas de distribución como consumidores, optan cada vez más por la patata nueva, recién cosechada y, siempre que sea posible, de origen local.
La conocida como «patata vieja», o patata de conservación, que no es otra cosa que patata procedente de Francia que ha estado, durante meses, en cámaras frigoríficas, está perdiendo posiciones gracias a los esfuerzos del sector por visibilizar los beneficios de la patata nueva andaluza, mucho más apta, y con más cualidades organolépticas, que la también llamada «patata lavada».
No obstante, puntualiza Peláez, sigue habiendo ciertas cadenas que optan por traer patata de otros destinos habiendo producto de origen andaluz, algo que «no entienden».
«En Andalucía, si se tienen en cuenta la cosecha de primavera y la de invierno, se produce patata durante 4 o 5 meses al año. El resto del tiempo sí tiene sentido traer patata nueva, recién cosechada, de otros orígenes, pero de manera lógica», argumenta el gerente de la empresa sevillana, que considera un despropósito transportar patata más de 800 kilómetros, envasarla y volverla a transportar, cuando «hay producto de origen local de excelente calidad y que contribuye a la riqueza del medio rural».
En esa línea, la empresa, perteneciente al grupo empresarial de carácter familiar fundado por el empresario Francisco González Arrebola, ha inaugurado hace escasos meses sus nuevas instalaciones: más de 15.000 metros cuadrados de superficie con una capacidad de almacenaje superior a las 2.500 toneladas de patata.
José Peláez, gerente de la empresa:
"Hemos hecho una inversión muy importante, de 9 millones de euros, gracias a la que tenemos una nueva planta dedicada íntegramente a la patata con las últimas tecnologías e innovaciones para el envasado del producto."En La Rinconada
En concreto, las instalaciones nuevas, situadas en el Polígono El Cáñamo, en La Rinconada, tienen seis muelles de carga y descarga, dos líneas de pulido y lavado y hasta seis líneas de envasado. Además, se han instalado dos laboratorios de recepción y expedición donde se llevan a cabo todos los controles de calidad.
Desde esta nueva sede, Patatas Arrebola, lleva a cabo su distribución tanto para las grandes cadenas, entre las que se encuentran las principales a nivel nacional, como para el mercado tradicional, sobre todo Mercasevilla.
Estrecha relación con los agricultores
Un trabajo que, según detalla Peláez, llevan a cabo gracias a «la estrecha relación con los agricultores». «Con la mayoría llevamos más de 20 años trabajando», reconoce el gerente. Cuentan con más de 100 asociados en la zona sevillana, pero abarcan todo el Valle del Guadalquivir, con agricultores también en Cádiz, Huelva y Córdoba e, incluso, en Málaga.
b A los productores les ofrecen diversos tipos de contratos, y se trabaja, especifican, para proporcionarle el mayor margen de beneficios posible.
Nueva planta de Patatas Arrebola
"Creemos firmemente en la patata de calidad andaluza, y llevamos muchos años apoyando a los agricultores con contratos negociados con las grandes cadenas de supermercados, para que, dentro de lo posible, haya planificación y cierto control de daños y riesgos en los precios a recibir."Incluso cuando las cosechas no son buenas, insiste, hacen lo posible porque la patata de menor calidad cultivada por sus asociados tenga salida en segundos mercados.
Además del mercado nacional, Patatas Arrebola también dedica parte de su producción a la exportación, principalmente a mercados europeos y, sobre todo, a Alemania.
Certificaciones
Fruto de esta corriente exportadora, muy importante para la compañía, implementa en sus productos varias certificaciones que no se exigen, aún, en el mercado español, pero sí en los extranjeros. En concreto, poseen la certificación ‘Spring’, del sistema GLOBALGAP, avala que los recursos hídricos se utilizan de manera correcta y eficiente.
De esta forma, se asegura que la empresa cumple criterios como la legalidad de las fuentes de agua y tasas de extracción, un consumo eficiente, buenas prácticas en la gestión del agua y un impacto sostenible de la actividad de los productores en las cuencas hidrográficas que les surten.
Energía renovable
Por otro lado, la certificación Eco20 garantiza que gran parte de la energía usada en las instalaciones proviene de fuentes renovables. Además, dentro de este objetivo, la compañía está instalando en su nueva planta en La Rinconada nuevas plantas fotovoltaicas para aprovechar, aún más, la energía procedente del sol.
José Peláez:
"Para la industria dedicada a la patata, se adapta muy bien la energía fotovoltaica, por lo que pretendemos implementar su uso casi al 100%. En verano, cuando mantenemos los tubérculos a diez grados en las cámaras frigoríficas, es cuando más luz solar se capta a través de las placas."Tendencias del mercado
En cuanto a las tendencias del mercado, es palpable que, tanto cadenas de distribución como consumidores, optan cada vez más por la patata nueva, recién cosechada y, siempre que sea posible, de origen local.
La conocida como «patata vieja», o patata de conservación, que no es otra cosa que patata procedente de Francia que ha estado, durante meses, en cámaras frigoríficas, está perdiendo posiciones gracias a los esfuerzos del sector por visibilizar los beneficios de la patata nueva andaluza, mucho más apta, y con más cualidades organolépticas, que la también llamada «patata lavada».
No obstante, puntualiza Peláez, sigue habiendo ciertas cadenas que optan por traer patata de otros destinos habiendo producto de origen andaluz, algo que «no entienden».
«En Andalucía, si se tienen en cuenta la cosecha de primavera y la de invierno, se produce patata durante 4 o 5 meses al año. El resto del tiempo sí tiene sentido traer patata nueva, recién cosechada, de otros orígenes, pero de manera lógica», argumenta el gerente de la empresa sevillana, que considera un despropósito transportar patata más de 800 kilómetros, envasarla y volverla a transportar, cuando «hay producto de origen local de excelente calidad y que contribuye a la riqueza del medio rural».
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