Los gallegos que conquistaron Hollywood con sus patatas fritas
Una lata de medio kilo de patatas fritas es algo que no pasa desapercibido. Aunque si esta se encuentra medio escondida y forma parte de atrezo de una película surcoreana, dar con ella es casi tan difícil como encontrar una aguja en un pajar.
En 2020, cuando la película Parásitos (2020) hizo historia al convertirse en el primer filme de habla no inglesa en ganar el Oscar a la mejor película, eran muy pocos los que conocían la marca da patatas fritas gallegas Bonilla a la vista.
Pero para quien trabajaba en una de sus fabricas y veía aquella marca todos los días, reconocerla en la gran pantalla era inevitable.
El empresario César Bonilla, que a sus 90 años sigue al frente del negocio familiar de patatas Bonilla a la Vista, cuenta que se enteró de que sus patatas fritas aparecían en la oscarizada película a través del boca a boca. Para ellos fue una auténtica sorpresa.
Y algo empezaron a sospechar que pasaba cuando, tras su estelar paso por la gran pantalla, la producción y los pedidos empezaron a aumentar. En menos de un año, su página de internet recibió más de 350.000 visitas y solo las ventas online en España aumentaron en un 150%. Pero, ¿cómo era posible que su lata de medio kilo de patatas fritas hubiese llegado ahí?
¿Cómo llegaron las patatas fritas a Corea del Sur?
Bonilla a la vista nació en 1932, en Ferrol, como una pequeña empresa familiar ambulante que iba de pueblo en pueblo vendiendo patatas fritas y churros. En los años 40 abren sus dos primeros locales en Ferrol y A Coruña y en los 50 llega la famosa lata de medio kilo.
Su distribución sale fuera de Galicia, a nivel nacional a finales de lo 80. Tendrían que pasar más de 20 años para expandirse fuera de nuestras fronteras.
En 2013 llegan a Reino Unido, donde dicen que conquistan el paladar de Boris Johnson, que, al parecer, nunca le faltaba una lata de Bonilla en su despacho.
En Francia también son bien recibidas: se venden en la selecta La Grande Épicerie de París e incluso firmas de moda, como Balmain, que utilizó la lata en la temporada primavera-verano de 2014, las lucen en sus campañas.
Pero su gran triunfo ocurre en Corea del Sur. Hasta allá llegan en 2016, a través del distribuidor Farm Factory. Inmediatamente el éxito de ventas convierte al país asiático en el segundo consumidor de la marca, con 40 toneladas de patatas de las 540 que producen al año.
Esa es la razón por la que, la aparición de unas patatas fritas gallegas en la gran pantalla de un filme surcoreano pueda sorprendernos en España, pero en Corea del Sur no.
Las Bonilla a la vista forman parte de las despensas de las familias del país desde hace siete años y, seguramente, el director Bong Joon Ho, cuya película Parásitos puede verse en RTVE Play, es un ávido consumidor de las mismas.
En 2020, cuando la película Parásitos (2020) hizo historia al convertirse en el primer filme de habla no inglesa en ganar el Oscar a la mejor película, eran muy pocos los que conocían la marca da patatas fritas gallegas Bonilla a la vista.
Pero para quien trabajaba en una de sus fabricas y veía aquella marca todos los días, reconocerla en la gran pantalla era inevitable.
El empresario César Bonilla, que a sus 90 años sigue al frente del negocio familiar de patatas Bonilla a la Vista, cuenta que se enteró de que sus patatas fritas aparecían en la oscarizada película a través del boca a boca. Para ellos fue una auténtica sorpresa.
La escena en la que salen las patatas Bonilla a la vista en 'Parásitos'
¿Cómo llegaron las patatas fritas a Corea del Sur?
Bonilla a la vista nació en 1932, en Ferrol, como una pequeña empresa familiar ambulante que iba de pueblo en pueblo vendiendo patatas fritas y churros. En los años 40 abren sus dos primeros locales en Ferrol y A Coruña y en los 50 llega la famosa lata de medio kilo.
Su distribución sale fuera de Galicia, a nivel nacional a finales de lo 80. Tendrían que pasar más de 20 años para expandirse fuera de nuestras fronteras.
En 2013 llegan a Reino Unido, donde dicen que conquistan el paladar de Boris Johnson, que, al parecer, nunca le faltaba una lata de Bonilla en su despacho.
En Francia también son bien recibidas: se venden en la selecta La Grande Épicerie de París e incluso firmas de moda, como Balmain, que utilizó la lata en la temporada primavera-verano de 2014, las lucen en sus campañas.
Pero su gran triunfo ocurre en Corea del Sur. Hasta allá llegan en 2016, a través del distribuidor Farm Factory. Inmediatamente el éxito de ventas convierte al país asiático en el segundo consumidor de la marca, con 40 toneladas de patatas de las 540 que producen al año.
Esa es la razón por la que, la aparición de unas patatas fritas gallegas en la gran pantalla de un filme surcoreano pueda sorprendernos en España, pero en Corea del Sur no.
Las Bonilla a la vista forman parte de las despensas de las familias del país desde hace siete años y, seguramente, el director Bong Joon Ho, cuya película Parásitos puede verse en RTVE Play, es un ávido consumidor de las mismas.
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