Así lo afirmó la profesora Teresa Mosquera, de la Facultad de Ciencias Agrarias de la U.N., durante Agricsan 2018, taller internacional que tuvo como objetivo promover el diálogo y las sinergias para el desarrollo rural y la seguridad alimentaria y nutricional, socializando las metodologías y los resultados del proyecto “Papas más nutritivas”, liderado por docentes de la U.N. y la Universidad McGill de Canadá.
Se ha demostrado que las nuevas variedades de papa amarilla –conocidas como Criolla Dorada, Criolla Ocarina y Criolla Sua pa– ofrecen mayor rendimiento y resistencia a la gota (enfermedad característica de estos cultivos), además de alta calidad nutricional.
Aunque al principio del proyecto se estimaba alcanzar alrededor de 1,5 millones de consumidores en Cundinamarca y Nariño, para este año la cifra fue de 13 millones.
La profesora Mosquera detalla que este positivo balance se logró gracias al un sistema que creció progresivamente para alcanzar la sostenibilidad: “capacitamos a los agricultores de forma óptima para que entendieran bien el negocio y lo adoptaran como parte de su vida. Ahora cuentan con una innovación que trae beneficios sociales y nutricionales”, comentó.
Cultivadores comprometidos
El proyecto trabaja con organizaciones que se comprometieron con el sistema de producción de semilla, mediante las cuales se consolidaron siete núcleos de emprendedores rurales (NER) en Bogotá, Boyacá, Cundinamarca, Santander y Nariño, y que ahora producen y comercializan semillas de papa de buena calidad para Colombia.
“Estos importantes avances son el resultado no solo del trabajo del proyecto ‘Papas más nutritivas’, sino que también ha contado con otros actores que no trabajan directamente con nosotros, pero sabemos que existen porque adquieren la semilla con calidad declarada en las empresas productoras”, precisó la docente Mosquera.
El proyecto ha sido financiado por el gobierno canadiense por medio del International Development Research Center (IDRC) y del Global Affairs Canada, por considerar que más allá de producir una innovación, este tendría un impacto en la población rural al vincular sistemas culturales y sociales de las regiones.
El doctor Maarten de Groot, director adjunto de Cooperación de la Embajada de Canadá, destacó que uno de los puntos clave ha sido el trabajo multidisciplinario entre varias facultades de la U.N. “El enfoque territorial ha permitido llevar la innovación a la práctica y considerarla como una alternativa para afrontar la inseguridad alimentaria”, agregó el doctor de Groot.
Cambios nutricionales
Por su parte, el doctor Renaud de Plaen, director del Programa de Agricultura y Seguridad Alimentaria del IDRC, destacó que la papa criolla ha servido como un punto de entrada para cambios mucho más amplios en las áreas nutricionales, sociales y en los sistemas de producción.
“Vimos un alto potencial en el proyecto de la U.N., porque los aportes iban más allá del ambiente académico. Desarrollaron una innovación tecnológica que ahora contribuye a mejorar la nutrición de los niños y las comunidades”, precisó el doctor De Plaen.
Tomas Franco, profesional universitario del Instituto Departamental de Salud de Nariño, agregó que el trabajo conjunto con la U.N. ha permitido avanzar en la suplementación con micronutrientes a los niños del departamento y articular las acciones de educación que se han hecho con los productores.
Esto ha fortalecido a las comunidades que pusieron en marcha ciclos cortos y medianos de producción de papa más nutritiva. “Consideramos que este producto se debe posicionar en todo el país. Si a través de los programas del Estado logramos que esta papa esté en los platos de todos los colombianos, podríamos disminuir los niveles de anemia, que son un problema de salud pública para departamentos como Nariño, Cauca y Putumayo”, concluyó el profesional Franco.