El arribo a Aeroparque (aeropuerto alterno de Buenos Aires) de un cargamento voluminoso de papa fritas Lays se convirtió en las últimas horas en un indicador más de los desafíos que enfrenta el Gobierno.
Es que la aparición de productos de PepsiCo en las redes sociales con el emblema "industria chilena" terminó por recalentar la puja velada entre el Gobierno y empresarios, en medio de una guerra por el mercado y en la antesala de las elecciones.
"Están llegando paquetes por avión", confirmaron a iProfesional fuentes de la terminal aérea.
En momentos en que el oficialismo necesita mostrar un clima de recuperación y paz social, la decisión intempestiva de la multinacional de cerrar su planta en Florida, en la que trabajaban 600 personas -que se suma a las denuncias por sustitución de productos fabricados en ese establecimiento- les trajo otro dolor de cabeza a las autoridades.
El ministro de Trabajo, Jorge Triaca, fue uno de los primeros en reconocer públicamente las diferencias por la manera en que la compañía se manejó. "Hay decisiones de las empresas que no acompañamos", aseguró.
El conflicto alcanzó su pico de tensión este jueves, cuando fuerzas de gendarmería e infantería desalojaron a los operarios que ocupaban las instalaciones, en su mayoría mujeres.
Además, detuvieron al menos a tres personas durante un operativo que incluyó balas de goma y gas pimienta. Las escenas de violencia acapararon las pantallas televisivas y alentaron la convocatoria a nuevas protestas.
"No puede ser que si te dejan en la calle y reclamas, te cagan a palos. Hacemos responsables a la gobernadora y al Ministerio de Trabajo", protestó la delegada Catalina Balaguer.
El Ministro de Seguridad bonaerense, Cristian Ritondo, intentó llevar tranquilidad señalando que los efectivos cumplieron una orden judicial por potencial riesgo ambiental.
No obstante, en algunos despachos oficiales reconocen que la provincia "está incendiada". Es que el cierre de PepsiCo se suma al de la química Lanxess, Atanor, Quipro y Hutchinson, todas emplazadas en el distrito gobernado por María Eugenia Vidal.
La repercusión de este conflicto transformó a este caso en un símbolo de los problemas competitivos que enfrenta la industria argentina.
Mientras las protestas concitan la atención mediática, las estadísticas públicas indican que, a nivel nacional, se registró el cierre de 2.972 empresas en marzo respecto al mismo mes del año pasado, según datos el Boletín de AFIP (que recaba datos a partir de la Seguridad Social).
Lo acontecido con PepsiCo no tardó en convertirse en otro tema de campaña. Luego de mantenerse en silencio y pedirle a la CGT que evitara lanzar una protesta antes de las PASO, Cristina Kirchner respaldó el reclamo de los damnificados de ese establecimiento.
"Sólo piden trabajo", expresó la ex mandataria en su cuenta de Twitter. Un par de días antes había advertido que "cada vez más cesantías de trabajadores se relacionan con el cierre de empresas".
Puja por los costos
En el Gobierno, la decisión sorpresiva de la compañía reforzó una de las sospechas que invaden al sector privado.
Al igual que en otros rubros, los funcionarios se quejan por la falta de compromiso de los empresarios de la alimentación. No sólo por adoptar medidas de ajuste sin previo aviso, también por incumplir promesas de inversión y aumentar los productos que comercializan.
"Hay 2% de inflación. Te enchufan 4% y, por las dudas, te enchufan 8%", se había quejado Macri el mes pasado. El mensaje fue en respuesta a la suba desmedida de precios y dirigido a varios directivos de compañías, a los que calificó de "vivos".
Según Ecolatina, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) de bebidas no alcohólicas creció 28% interanual en junio. El de las alcohólicas, nada menos que un 40%.
En ambos casos, superaron a la inflación y a los salarios. De esta forma, las empresas intentaron compensar vía precios la caída de sus ventas en el mercado interno.
A nivel global, la multinacional estadounidense PepsiCo ganó cerca de u$s3.500 millones en los seis primeros meses del 2017, cifra que significa un aumento del 17% con respecto al mismo periodo del ejercicio anterior.
En América Latina, dicha ganancia subió 6%, hasta los u$s1.823 millones.
La compañía indicó que sus resultados en la región se vieron "impactados negativamente por la inflación, por más gastos en publicidad y marketing y por la suba en materias primas". Sin embargo, reconoció que esos incrementos "fueron parcialmente compensados por las ganancias por productividad".
En cuanto al tipo de cambio, sostuvo que su evolución perjudicó los beneficios operativos en cinco puntos porcentuales.
Con 58 años de presencia en el país, PepsiCo fabrica bebidas y alimentos en cuatro plantas: una en Barracas, dos en la provincia de Buenos Aires y otra en La Rioja.
En 2016 facturó $4.800 millones, 26% más que el año previo. Su portafolio incluye primeras marcas como:
- Pepsi
- 7Up
- Gatorade
- Paso de los Toros
- Mirinda
- H2O!
- Propel
- Tropicana
- Lays
- Twistos
- Quaker
- Doritos
- Toddy
- Pehuamar
- Cheetos
Ya en abril, los directivos globales se habían mostrado preocupados por la inflación en la Argentina, si bien preveían una moderación en el alza de precios para el resto del año y un repunte en ventas.
El 20 de junio, sin embargo, la filial sorprendió con el cierre repentino de su planta en Florida. Adujo "inviabilidad económica" ante la imposibilidad de ampliarse, modernizarse, a raíz de su compleja estructura de costos y ante las dificultades logísticas.
Sugirió la idea de relocalizar las líneas de producción de snacks en su planta de Mar del Plata, cerca de la zona de cultivo de la papa.En la industria reconocen los problemas derivados de los elevados gastos logísticos, pero advierten que la situación de Pepsico no puede generalizarse a todo el sector alimenticio.
"Hay relocalizaciones por expansión de plantas, todo este tipo de cosas van a ocurrir en la medida que se van consolidando las inversiones en la industria de alimentos", argumentó un dirigente de la Cámara de la Alimentación (COPAL).
"La logística influye, pero no es que todos lo vayan a hacer, es una posibilidad", completó. En la planta de Florida trabajaban 691 empleados, y según la firma:
- 155 ya fueron relocalizados en otros establecimientos
- De los 536 restantes, 455 aceptaron la propuesta de retiro voluntario
- El resto (391) la rechazó y exige la continuidad de sus fuentes laborales
Desde 2014, la firma intentaba achicar costos en su establecimiento de Florida mediante retiros y el traslado de algunas líneas de producción, decisiones que eran resistidas por la comisión interna.
Tras las elecciones del 2015, la gerencia decidió acelerar los cambios y el mes pasado -luego de enmarcarse en el proceso de crisis- suspendió sus actividades y ofreció indemnizaciones al 200%, por hasta $1,2 millón.
El acuerdo alcanzado incluye una extensión de la cobertura médica para el dependiente y su grupo familiar de hasta seis meses por sobre el mínimo legal.
Los abogados de la parte trabajadora afirman que la cifra es inusual para una empresa en supuestas condiciones críticas. Más bien, asociaron la medida a una maniobra anti-gremial.
Guerra por el mercado
En la Unión Industrial Bonaerense reconocen que el principal "costo" eran los reclamos sindicales. De los cuatro establecimientos, Florida es el único con una comisión interna de izquierda enfrentada a la conducción del Gremio de Alimentación, encabezado por Rodolfo Daer.
Allí, los trabajadores (muchos con 20 años de antigüedad) obtuvieron beneficios por encima del convenio. La empresa tampoco veía con buenos ojos que las operarias realizaran medidas por "Ni una menos".
El cierre de la planta abrió una discusión dentro del sindicato. Daer finalmente optó por respaldar las indemnizaciones y una movilización prevista para el 22 de agosto, en vez de lanzar un paro general.
"Estaban haciendo un vaciamiento, llevando poco a poco a la empresa a otros lugares. Cuando dejaron de aceptar los retiros, decidió hacer un lock-out, con suspensiones y parálisis de la planta", afirmó Edgardo Moyano, abogado de los damnificados.
El conflicto de Pepsico ocurre en un contexto de fuerte caída del consumo de alimentos y cambios de hábitos de compra que afectan principalmente a las etiquetas más conocidas. Un informe de la consultora Nielsen, al que tuvo acceso iProfesional, revela que:
- Las marcas líderes cayeron un 7% interanual entre enero y mayo
- Como contrapartida, las alternativas (non main) crecieron 12%
Este cambio implicó que los productos desarrollados por Pepsico perdieran share de manera notable. Además de las segundas marcas, impulsadas por los propios supermercados, los otros ganadores fueron los artículos importados.
Si bien Pepsico negó que fuera a sustituir su producción nacional, este caso reavivó las denuncias por importaciones. "Las multinacionales no producen, importan", aseguró Daer.
En el Ministerio de Producción niegan que esto ocurra. Según datos oficiales, los productos traídos de afuera representan el 3% del consumo nacional de snack salado.
Del total, no obstante, solo el 0,13% son Lays tradicionales. La mayoría son Lays Stax (similares a las Pringles), un producto premium que se fabrica en Chile ya que la Argentina carece de la maquina extrusora para cerrar los envases en forma de tubo.
En 2016 las papas premium representaron el 97% del total de snack salado importado por Pepsico. Este año, la cifra se redujo al 70%.
El conflicto aún está lejos de resolverse, mientras la fecha de las urnas se acerca.
Es, acaso, el propio Gobierno el que le ofrece a una oposición dividida argumentos para que unifique sus críticas al "modelo M". Más aun, en temas tan sensibles como despidos, suspensiones o la inflación de alimentos.
Por cierto, lo de Pepsico ocurre un día después de la promo del Banco Provincia, entidad oficial que no hizo otra cosa que darle a Cristina Kirchner argumentos y evidencias sobre la cantidad de personas que hoy día tiene problemas para llegar a fin de mes.