Los grupos de temporeros se verán reducidos por el coronavirus.
Menos temporeros para la Patata Salmantina por las Medidas por el Coronavirus
Agricultores y almacenistas reconocen que, unido a los bajos precios, contratarán a un número menor que otros años y tenderán a recoger más producción con máquinas.
Almacenista de Salamanca, que prefiere no decir su nombre:
Los grupos de temporeros serán más pequeños.
De momento no les ha tenido que decir a los que se ofrecen que no hay trabajo, pero es que tampoco en Salamanca el número de temporeros es elevado: La Diputación tiene controlados a medio centenar que viven en casas y, aunque la gran mayoría son rumanos, proceden de otros puntos de España porque se mueven de campaña en campaña.
Sí encuentran más trabajo en otras provincias como Valladolid, donde el tipo de patata, para lavado, requiere más mimo en el arranque. Ahora se pagan las patatas en Salamanca a unos 0,16 euros el kilo, cuando el año pasado superaban los 0,35.
En Salamanca, cooperativas como Aranpino, la principal de patatas, se inclina por ejemplo con la recogida a máquina y por trabajar con empresas de temporeros. Y entre los almacenistas no suele ser ya habitual la contratación directa de estos trabajadores: por lo general les pone en contacto con el agricultor, que es el encargado de darles de alta.
En época de abundancia de oferta de temporeros -cuando se asentaban en Huerta, en los montes de Villoria o en la antigua fábrica de ladrillos de Babilafuente- algunos se borraron de contratarles porque había un encargado con el que negociaban y ellos daban de alta a unos pero al día siguiente aparecían otros a trabajar.
'Todos se llamaban igual', recuerda un agricultor, 'y no sabemos cuánto dinero les llegaba realmente a ellos'. Ahora suelen ser familias ya conocidas, habituales en años anteriores.
Los temporeros tienen que mantener la distancia de 1,5 metros y usar mascarilla salvo si se cumple y la actividad se desarrolla al aire libre y fuera de los núcleos urbanos.
Desinfectar maquinaria usada por otros, organizar turnos para garantizar la distancia con grupos de como mucho 10 trabajadores; disponer de un sistema para el lavado y aseo de manos y se prohíbe, por ejemplo, compartir agua.
Quien contrate, recoge la normativa, deberán vigilar que se cumplen las disposiciones 'y serán responsables de la inobservancia'.
Almacenista de Salamanca, que prefiere no decir su nombre:
“Este año contrataré a menos temporeros y harán media jornada con mascarilla porque es difícil que estén a la distancia de metro y medio.”Ya empezó la campaña, lentamente porque ahora mismo no hay demanda, y mantiene que con los precios actuales, que son bajos en un inicio de campaña, y las medidas obligatorias en Castilla y León, publicadas en el Boletín Oficial, se recogerán más patatas a máquina que otros años.
Los grupos de temporeros serán más pequeños.
De momento no les ha tenido que decir a los que se ofrecen que no hay trabajo, pero es que tampoco en Salamanca el número de temporeros es elevado: La Diputación tiene controlados a medio centenar que viven en casas y, aunque la gran mayoría son rumanos, proceden de otros puntos de España porque se mueven de campaña en campaña.
Sí encuentran más trabajo en otras provincias como Valladolid, donde el tipo de patata, para lavado, requiere más mimo en el arranque. Ahora se pagan las patatas en Salamanca a unos 0,16 euros el kilo, cuando el año pasado superaban los 0,35.
En Salamanca, cooperativas como Aranpino, la principal de patatas, se inclina por ejemplo con la recogida a máquina y por trabajar con empresas de temporeros. Y entre los almacenistas no suele ser ya habitual la contratación directa de estos trabajadores: por lo general les pone en contacto con el agricultor, que es el encargado de darles de alta.
En época de abundancia de oferta de temporeros -cuando se asentaban en Huerta, en los montes de Villoria o en la antigua fábrica de ladrillos de Babilafuente- algunos se borraron de contratarles porque había un encargado con el que negociaban y ellos daban de alta a unos pero al día siguiente aparecían otros a trabajar.
'Todos se llamaban igual', recuerda un agricultor, 'y no sabemos cuánto dinero les llegaba realmente a ellos'. Ahora suelen ser familias ya conocidas, habituales en años anteriores.
Los temporeros tienen que mantener la distancia de 1,5 metros y usar mascarilla salvo si se cumple y la actividad se desarrolla al aire libre y fuera de los núcleos urbanos.
Desinfectar maquinaria usada por otros, organizar turnos para garantizar la distancia con grupos de como mucho 10 trabajadores; disponer de un sistema para el lavado y aseo de manos y se prohíbe, por ejemplo, compartir agua.
Quien contrate, recoge la normativa, deberán vigilar que se cumplen las disposiciones 'y serán responsables de la inobservancia'.
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