La sustancia, llamada acrilamida, ganó notoriedad hace varios años cuando los investigadores descubrieron que el posible cancerígeno está concentrado en altos niveles en algunos "snacks", como las papas fritas y las galletas saladas.
Otras fuentes son algunas galletas dulces, las papas dulces, la manteca de maní, las patas de pollo fritas, el jugo de ciruela en botella y las aceitunas negras.