La Cceccorani y la Sumac Saucco son dos de las más de 3.000 variedades nativas de papa que hasta ahora no tenían mercado de consumo más allá de los aislados pueblitos desparramados por las alturas de los Andes peruanos. “Cultivábamos estas variedades para nosotros. No podíamos venderlas, ni siquiera en los mercados locales, porque la gente no las conocía, o se había olvidado de que existían”, dijo Guerrera, un productor de subsistencia que está teniendo ganancias por primera vez en su vida, porque le vende ocho variedades raras de papas a PepsiCo Alimentos, que las utiliza para la fabricación de su marca “Andina”, de Frito-Lay.
Los pequeños productores como Guerrera son la norma en Perú, donde 88% de la agricultura está en manos de granjeros que tienen menos de 5 hectáreas de tierra. De esos, 40% cuenta con menos de 1 hectárea.
Antonio Escalona, gerente general de PepsiCo Alimentos para el área Andina Sur, señaló que el grado de fragmentación plantea “un claro desafío” para el objetivo de su compañía de producir 100% de las papas en el país. “Uno puede tener mucha gente, pero resulta que no todos tienen acceso al capital o las condiciones de financiación para que su negocio crezca, o para sobrevivir cuando las condiciones no son favorables. No lo veo como un desafío negativo, sino como un desafío positivo, porque así es como podemos marcar la diferencia para la agricultura y para la sociedad de aquí”, explicó el ejecutivo.