Biodiversidad genética: 223 variedades de papas nativas en MIL Centro

Biodiversidad genética: 223 variedades de papas nativas en MIL Centro

Biodiversidad genética: 223 variedades de papas nativas en MIL Centro

Marzo 09, 2020

Uno de los primeros intercambios entre la población andina y la tierra, fue a través de la papa. Los primeros indicios de su cultivo datan los 8000 años de antigüedad. Desde entonces, generaciones de agricultores han domesticado miles de variedades.

La enorme diversidad genética de papas peruanas, más de 4300, están en riesgo de desaparecer.

El cambio climático, la aparición de nuevas plagas, son factores importantes, sumado a un mercado excluyente, que induce a que los productores adapten su cultivo a la demanda de variedades comerciales, desplazando a las nativas.

La pérdida de biodiversidad, no es sólo biológica, sino también cultural. Los conocimientos ancestrales ligados al cultivo de ciertas variedades, la forma de trabajo de la tierra y su relación con ella, las formas de alimentación, son parte de un sistema integral, afectado por la homogenización de los campos.

Uno de los mayores retos es hacer que variedades desconocidas se conviertan en cultivos rentables para los agricultores, crear una demanda que fomente la recuperación y conservación de la agrobiodiversidad en las chacras familiares.

Centro vivo

El sector gastronómico viene haciendo esfuerzos para ser un medio tangible de revalorización y promoción de la biodiversidad. Bajo la protección del Apu Chicón, a 3,500 msnm se ubican las chacras de Mil, el restaurante de Virgilio Martínez frente a Moray, en Cusco.

Restaurante Mil, cerca de Cusco, Peru

Restaurante Mil, cerca de Cusco, Peru

Estas tierras se han convertido en un centro vivo de experimentación genética, en colaboración con el investigador agrario Ladislao Palomino del INIA, se está experimentando con el cultivo de 223 variedades de papas nativas, permitiendo una conservación in situ.

Considerando los desafíos globales como la adaptación al cambio climático y la seguridad alimentaria, se ha centrado la experimentación en cuatro grupos clave; las biofortificadas, con mayor concentración de nutrientes y antioxidantes, las resistentes a heladas y a sequías y las resistentes a la rancha, la enfermedad más común y agresiva de este tubérculo.

Los resultados del proyecto se evaluarán en base a la adaptabilidad, morfología y rendimiento de los diferentes tipos, en esta zona geográfica, para así seleccionar las semillas que mejor se adapten y continuar su cultivo con miras a incorporarlas en la experiencia gastronómica, dando a conocer y poniendo en valor diferentes variedades.

Parte central del proyecto es el trabajo participativo entre los Ing. Agrónomos Manuel Acurio y Marcelo Gonzales del equipo Mil y productores de las comunidades vecinas, lideradas por Cleto Cusipaucar y Santiago Amau.

Aquí se incorporan nuevas técnicas productivas como el uso de hongos entomopatógenos, recolectados en tierras de altura virgen, que actúan como controladores biológicos contra diferentes plagas, evitando el uso de pesticidas y mejorando el rendimiento.

También se recuperan saberes tradicionales que se han ido erosionando a medida que se ha simplificado la diversidad agrícola en los campos.

Se espera que los resultados puedan servir de estímulo para que los campesinos vuelvan a cultivar en sus tierras variedades que alguna vez vieron a sus padres y abuelos cosechar, sembrando esos fragmentos de recuerdos que también guarda en su memoria biológica la tierra.
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