Panamá ensaya con variedades de papa industrial
Los productores panameños podrían ganar mayores espacios en el mercado de comercialización de la papa gracias a la introducción de nuevas variedades aptas para el procesamiento industrial. Tres tipos de papa alemana con la contextura adecuada para su procesamiento han mostrado ser aptas para el cultivo en tierras chiricanas, tras unas pruebas realizadas por un grupo de productores de Cerro Punta, zona montañosa de Chiriquí, y el apoyo del Instituto de Investigación Agropecuaria (Idiap) y la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt). El sector industrial está demandando productos agropecuarios que permitan la producción de alimentos semipreparados, con ‘menos agua y bajos contenidos de azúcares’, señala Alfredo Gutiérrez, científico del Idiap. Con esto en mente, los investigadores del Idiap importaron germoplasmas (conjunto de genes) de papas del programa de mejoramiento genético en Chile, que fueron aplicados a las siete variedades traídas de Alemania. Cinco de ellas, recibieron el visto bueno de los productores, explicó Gutiérrez, aunque el resultado final se redujo a tres. Los expertos también aplicaron cambios a los genes de la papa criolla panameña. ‘Las variedades Penhuenche, Karú, Criolla, Ultra y Patricia tienen el más alto contenido de sólidos y son de alto potencial de rendimiento, que supera los 80 quintales por hectárea’, manifestó Gutiérrez. Las nuevas variedades de papa están inscritas en el Comité Nacional de Semillas, para que los interesados logren acceder confiadamente a sus fórmulas. Fincas como Anef y Cultivos Selectos han sido las primeras en dedicarse a producir las semillas recién introducidas. Aun así —y pese a que todas las partes consideran que el proyecto ha sido ‘exitoso’—, son muy pocos los productores que han prestado atención a esta innovación en el cultivo de la papa. Creen que tal vez es porque la importación de semillas para la producción de este tubérculo costaría mucho más de lo que se puede costear. De todos modos, la Secretaría Nacional de Ciencia y Tecnología (Senacyt), que ha puesto $48 mil para la investigación, ya que confía en que habrá resultados. ‘Aspiramos que el proyecto contribuya a mejorar las variedades de papa que están en el mercado nacional y para esto se fortalece el contenido de sólidos totales en los tubérculos adaptados a las condiciones agroecológicas de las Tierras Altas de Chiriquí’, argumenta la institución. Una de las claves es que las papas que se produzcan tengan ‘niveles aceptables de tolerancia a las principales plagas del cultivo’, que haría más barata su producción y reduciría las posibilidades de merma. Por eso, insisten las autoridades, el principal reto es lograr producir la mayor cantidad de embriones para distribuir a todos los productores. En la actualidad, los pocos espacios en Tierras Altas no permiten promover el nuevo descubrimiento en el país a toda los cultivos. En ese sentido, el Idiap y la Senacyt han planificado invertir en nuevos invernaderos para aumentar la capacidad física para investigar y desarrollar nuevos embriones de papa de alta calidad. Los científicos planean explorar con nuevas zonas de cultivo, entre ellas la comarca Ngäbe Buglé y las provincias centrales. En comunidades campesinas de Donoso, en la provincia de Colón, se trabaja con un plan de cultivo de subsistencia. La falta de organizaciones ‘fuertes’ que luchen por la papa nacional ha sido uno de los inconvenientes más grandes para el desarrollo de la industria. Hay variedades, hay semilla, hay tecnología y puede existir el productor, pero no hay quien pueda producir la cantidad necesaria para auxiliar al productor. De 10 mil a 15 mil tubérculos semilla produce el Idiap en un año; sin embargo, el productor de papa necesita, según la entidad, un millón.