La empresa británica de papas fritas Walker sorprendió hace unos días cuando anunció un nuevo concepto en papas fritas. Cansados del sabor del tradicional snack decidieron lanzar una línea en donde el sabor sea un misterio: así nació “What´s the flavour?” (“¿Cuál es el sabor”?). Los consumidores se podrán sorprender con papas fritas con gusto a lácteos y asombrarse con la imitación de pollo tikka masala, un popular plato indio, al hincarle los dientes a una papa crocante.
Pero no son pocos quienes consideran que esta nueva frontera en lo que a gustos se refiere es ir demasiado lejos. ¿Por qué –dicen- las empresas de papas fritas quieren rociar a su producto estrella con químicos que imitan pobremente a sabores que nadie quiere encontrar en papas fritas? ¿Por qué – se preguntan- utilizan en su packaging la imagen de productos frescos? Tal vez la respuesta esté en el precio: la justificación de $10 el paquete está en los términos gourmet utilizados por el marketing.
Los conservadores de las papas fritas se quejan, usualmente, de la textura y el sabor de estas invenciones modernas. Quieren volver a los días en donde las papas fritas eran algo simple: un solo sabor en los estantes de los supermercados. Pero pasaron muchos años desde que la papa frita clásica se sentaba, única, a la espera de los consumidores. Fue en los años 50 que comenzó la moda de los sabores exóticos. En esos tiempos los sabores extravagantes eran queso, cebolla o vinagre. Los avances en el packaging y el procesamiento del producto hicieron posible la experimentación en sabores que continúa hasta nuestros días. La realidad es que hoy la papa clásica, la de los cumpleaños de la infancia, perdió 50% del mercado a manos de los nuevos sabores.
Papas fritas gourmet: ¿una moda en retirada?
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